Teresa Padial
Precioso camping tanto por su localización como por los servicios y atenciones del personal. Es bastante grande y espacioso, bungalows en apariencia lindos, parcelas grandes aunque con delimitación algo liosa. Además cuenta con una zona sin delimitar que es preciosa, al fondo, silenciosa. Los servicios modernos y muy limpios. Volveremos sin duda
Alejandro
ESTAFADOS. Así nos sentimos y esta fue nuestra historia. Llegamos una familia de ocho personas al bar. Pedimos juntar dos mesas de cuatro para estar todos juntos y poder conversar. Ya nos extrañó que estando vacío el local se negara "por temas de COVID", dado que a estas alturas no hay restricciones ni incidencia ni uso de mascarillas ni nada... Luego no nos permitió usar los servilleteros de papel por la misma razón, y nos daba una a una las servilletas... increíble. Pedimos siguiendo sus sugerencias y luego vino la primera decepción: la mesa te la montas tú porque solo está el dueño para servir, cocinar y retirar, muchas cosas de la carta no estaban disponibles (¡en la época de mayor afluencia!), raciones pequeñas y no tan buenas como habíamos leído en las reseñas. El bacalao que tanto nos insistió, estaba demasiado desalado. El pan, desastroso. La lentitud del servicio, desesperante. Y luego vino la sorpresa final, de la cual dejo constancia en mis fotos: ¡¡ un precio elevadisimo !!. En resumen: local poco limpio y desordenado, sin aseos ni para lavarte las manos, sin servicio porque una persona no puede atender un aforo de 25 personas más una terraza de otras 25, una calidad de materia prima normalita y un precio irracional y CARÍSIMO para lo que recibes. No vayáis. No os fiéis de las reseñas. Es un bar para peregrinos con poca hambre y no es por nada del mundo un sitio para turistas que visiten la zona. Nos sentimos estafados. PARA NADA RECOMENDABLE.